Por un libro.

Gerardo Farell
4 min readAug 31, 2021

--

Veo la hora en mi celular. 5:30 pm. Llevo 15 minutos esperándolo y mi ansiedad crece. ¿Estará bien? ¿Le habrá pasado algo? Me hubiera dicho. Pero solo me puso "ya voy 😀" y ya. ¿Dónde estará?

La mesera interrumpe mi sobrepensamiento.

—¿Todo bien? ¿Le traigo algo de comer?

Al llegar pedí un capuchino y por los nervios me dio reflujo. Chale.

—Solo un vaso con agua, porfa.—lo pido para bajar la acidez y bajar el ardor.

—Te lo traigo.— responde, sonríe y se va.

El Pancho de hace unos años le hubiera encantado esa mesera. Joven, linda, delgada, ojo azul y cabello canela Su chica ideal. Pero el Pancho de ahora le gustan los hombres, a tal grado de estar aquí esperando a uno que conoció en Twitter, a un tal Gustavo Contreras.

Estudió sociología en Polakas y le interesan los procesos socioculturales del país, o así tiene su descripción en Twitter. En su foto de perfil, que es la misma de WhatsApp, se ve lindo, con lentes, cara ancha, medio moreno, labios gruesos y una sonrisa blanca. Ay si se ve bonito. Espero que en persona así sea.

Dan las 5:35 y nada. "Dónde estas?", le escribo. Su última conexión fue a las 5:15, cuando me mandó mensaje. Aparto el celular y miro un poco a mi alrededor. El café Tarte Tatín es pequeño pero acogedor, siempre vengo a leer o a olvidarme de la vida un rato y pensé que me sentiría más tranquilo citándolo aquí. Mi ansiedad demuestra lo contrario.

¿Le habré dicho algo? ¿Se habrá arrepentido? Probablemente, no soy tan guapo ni tan interesante. Se aburrió de mí…¿Cómo? Si ni me conoce. Le empecé a hablar en un hilo en Twitter que hizo sobre los vascos y una peli que iba a salir al respecto. Me dijo que el libro qque se basaron en hacer la peli es muy bueno y me lo recomendó. Le agradecí y acto seguido me manda mensaje en privado. Después de un rato pasamos a mensajes por whats. La plática era amena, interesante. Se nota lo culto, sabe de muchos temas y se ve que en persona serían aún más interesantes.

El cielo empieza a tronar. La mesera me trae el vaso con agua y me lo tomo de golpe. Sigo impactante, ya va a llover y sigue sin llegar. ¡Carajo! ¿Por qué no llegará? Me dijo que le cagaban los impuntuales, que si una cita suya no llegaba en 15 minutos, se iba…

¿Hago lo mismo? No, me espero, puede que le pasó algo y yo asumiendo cosas que no son, como siempre. Mis chaquetas mentales me tienen harto.

Dan las 5:40 y nada. Algunas gotas empiezan a caer, lo bueno es que estoy debajo de un techo de lona. Reviso de nuevo las últimas conversaciones que tuvimos, para ver si hay una pista de su retraso. Nada, oh bueno si hay algo, pero no creo. Ayer me dijo que si quería leer el libro de la película sobre los vascos que hablábamos en Twitter. Que podía ir a su departamento y recogerlo. Le dije que no gracias, que no me gusta pedir prestados los libros y que prefiero comprarmelo. Después de eso me empezó a tratar distinto, más frío.

¿Por un libro? No creo…¿o si? No….¿si? Mi mente quiere agarrar esa como respuesta a la situación para calmar a mi ansiedad, pero me parece absurdo que sea por un libro, uno que no se ve tan bueno como me lo presumió. El autor tiene acusaciones de plagio y acoso, lo protegen las élites y sigue dando clases en la UNAM, en filos, sobre literatura española contemporánea. Que asco.

Dan las 6:30 y la lluvia está arreciando. En mi mente sigue rondando la posibilidad de que, por el libro, me dejara plantado. Chale, ¿neta por un libro? Solo lo usó para intentar que fuera a su depa y probablemente cogieramos. Pinche vato pendejo, neta que le bastaba decirme la verdad, ser directo y no hacerme esto. Ya estoy harto. Pido la cuenta y pago los cafés que tomé. Me paro y me voy hacia el metro. Me vale mojarme, solo no quiero seguir aquí.

En eso siento que vibra mi celular. Veo y es él.

"Hola, no podré llegar. Lo siento. Puedo verte mañana."

Hijo de la…

"No me vuelvas a hablar." Respondo, guardo el celular y camino.

Ya no busco respuestas. Sea cual sea la verdadera razón, estoy harto de caer siempre en lo mismo.

Llego a mi casa después de mojarme y secarme por el calor humano en el metro. Me recuesto en mi cama y veo que mi cel está lleno de llamadas perdidas y mensajes de Gustavo Contreras. Lo apago y volteo hacia la pared.

Pinches hombres, solo pienso en eso.

--

--